SERIE SOBRE ESTRATEGIA EMPRESARIAL (PARTE 1)

ESTRATEGIA.
LO MÍNIMO QUE TODO EMPRESARIO DEBE SABER PARA DESARROLLAR SU ESTRATEGIA.

Pero, ¿qué es estrategia? Este término tan nombrado actualmente en ocasiones se confunde con los objetivos que los líderes empresariales tienen.

Se puede decir que la estrategia responde a dos grandes preguntas ¿Qué quiero lograr en el futuro? y ¿cómo voy a lograrlo? La primera pregunta desafía al estratega a pensar en futuro, en términos de objetivos claros para el rendimiento, crecimiento y control de la organización (Horváth & Partners, 2003) y la segunda obliga a establecer las hipótesis o supuestos definidos por el estrategia que tendrán que ser demostradas con la ejecución del plan de acción al tiempo que resuelve asuntos organizacionales y de dirección.

La estrategia también le permite a las empresas desarrollar una posición de mercado, como líder o como seguidor, buscando en ambos casos una ventaja competitiva Porter (1997), citado en Horváth & Partners (2003, pág. 49). La mayoría de las veces equivocadamente se piensa siempre en tener posiciones de liderazgo.

Peter Drucker uno de los gurús de la administración moderna afirma que la esencia de la estrategia está en conocer ¿qué es nuestro negocio? y, ¿qué debería ser? “A juicio de Drucker, normalmente las empresas se olvidan de lo más obvio: a qué se dedica la empresa, y distribuyen su esfuerzo en otras actividades que merman el objetivo principal” (Contreras, 2013, pág. 162)

El planteamiento de una estrategia, requiere por parte del estratega un conocimiento profundo de las condiciones internas y externas de la organización. En el nivel interno el estratega debe reconocer las condiciones financieras de la empresa, las condiciones operativas, las técnicas y tecnológicas disponibles, las competencias de su talento humano entre otras y a nivel externo debe conocer y entender las variables de orden político, económico, social, tecnológico, de mercado, medio ambientales, legales y tributarias, porque todas ellas afectan en mayor o menor medida sus decisiones y por lo tanto las respuestas a las dos grandes preguntas ¿Qué quiero lograr? Y ¿cómo? Pueden variar.

De allí, que la estrategia esté relacionada como un modo de pensar y de comportamiento. “La estrategia es la orientación en el actuar futuro, el establecimiento de un fin, en un plazo estimado como aceptable hacia el cual orientar el rumbo empresarial” (Carneiro Caneda, 2010, citado en Contreras, 2013).

Las organizaciones deben pensar siempre en la aplicación del principio de continuidad o negocio en marcha, y eso quiere decir que los objetivos se deben establecer siempre en el largo plazo para que se puedan estructurar de forma congruente con lo que el mercado exige. Este es uno de los aspectos fundamentales de las estrategias: pensar siempre hacia adelante, en el futuro, colocando todas las fichas necesarias en el tablero y moviéndolas de tal manera que el horizonte se torne lo más predecible posible (Contreras, 2013, pág. 163).

La estrategia entendida como un proceso sistemático y organizado dentro de las empresas requiere una gran dosis de ideas y pensamientos que movilicen los recursos haciendo uso de las capacidades organizacionales hacia el futuro deseado. Por lo tanto podemos decir que la existencia de la estrategia obedece al planteamiento de iniciativas nacidas del pensamiento de las personas.

El pensamiento estratégico es clave en el ambiente gerencial ya que logra ser el gran adherente entre los fines establecidos y los medios para lograrlo. Por su importancia han emergido técnicas y modelos que ayudan a estructurar las ideas de tal manera que se constituyan en estrategias. Entre los más destacados están los procesos de pensamiento y los árboles estratégicos. En ambos casos la relación causa y efecto es la que gobierna el entretejido de las ideas y facilita la compresión y el entendimiento de lo que un gerente quiere o desea que suceda en la empresa, expresado generalmente en un plan estratégico donde se hace evidente los objetivos, metas, programas y proyectos.

Algunos críticos del concepto tradicional señalan que estrategia no es solo planificación, ya que el futuro es imprevisible y requiere un componente razonable de flexibilidad, que se fundamenta en la revisión constante y cíclica de los planes con el fin de adaptarlos a la realidad (De Kluyver, 2001).

En mi próximo artículo profundizaré más a cerca del pensamiento estratégico.

 

 

Escrito por Renato Gutiérrez.
Magister en Creatividad e Innovación para las Organizaciones.



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