SERIE SOBRE ESTRATEGIA EMPRESARIAL (PARTE 4)

¿QUÉ IMPLICA SER UN ESTRATEGA? HACER POSIBLE LO IMPOSIBLE

El estratega es hoy en día quien actúa como guía de las acciones para obtener éxito y efectividad organizacional. Es una gran responsabilidad, sí, pero como lo precisa José Ramón Gallardo (2011, pág. 542) “desde un punto de vista pragmático, los estrategas son personas que desarrollan capacidades específicas que cualquiera podría lograr, lejos de cuestiones innatas o clasistas”. Es decir que cualquier persona puede convertirse en estratega en la medida en que ejercite ciertas habilidades y adquiera hábitos que le permitan estar en constante aprendizaje.

En vista de que formular estrategias requiere ineludiblemente una visión hacia el futuro y pasión por lo que se hace, quienes piensan convertirse en líderes pueden tomar en cuenta los puntos clave que propone Cynthia A. Montgomery (2012).

 

Requerimientos para ser un buen estratega:

Comenzar por tener un propósito
La primera y más importante pregunta que un estratega debe responder es ¿cuál es la razón de existir de mi empresa? ¿qué necesidades intenta satisfacer?

 

Convertir el propósito en realidad
La definición y materialización del propósito están integrados a la innovación y la creación de ideas enmarcadas en el cómo son las cosas y en cómo podrían mejorar. La alineación de las actividades particulares y de los recursos disponibles es vital.

 

Apropiación de la estrategia
Una estrategia claramente definida convierte a quien la genera en un mejor comunicador. En este sentido, señala Montgomery (Montgomery, 2012, pág. 137), “una buena declaración estratégica articula el propósito de una empresa, los medios para competir y las ventajas únicas al responder las preguntas básicas sobre su actividad y cómo se desarrolla”.  Así, la declaración estratégica debe tener las siguientes características:

  • Ser razonablemente corta
  • Ser específica.
  • Debe dar cuenta de lo que hace la compañía y por qué es importante, de manera que cualquiera pueda resumir sin citar de manera literal.
  • Se debe evitar los lugares comunes como “el mejor de su clase” o palabras vagas como “superior” o “experto”.
  • Es afirmativa, pero no grandilocuente o excesiva.

 

Inyectarle vida
Liderar la estrategia es una responsabilidad continua. El estratega debe velar por la organización, conduciéndola y tomando decisiones que la lleven a conservar el centro a lo largo del tiempo pero, al mismo tiempo, es el estratega quien debe elegir cuándo debe cambiar o evolucionar dicho propósito.

A esto añadiría: darle respiros a la estrategia, es decir, hacer un seguimiento continuo a las metas y a sus indicadores para realizar los ajustes necesarios, que, aunque es una tarea dispendiosa, garantizará que aquello que nos hemos propuesto se logre en mayor o menor medida, así mismo permitirá que la estrategia permanezca oxigenada, dando respuesta a los inputs internos y externos que no cesarán por más planeadas que estén las acciones. Es importante reconocer que el logro de los resultados es al final de cuentas la consecuencia de ejecutar lo planeado, de enlazar las acciones de manera coherente y sistémica hasta llegar al futuro deseado.

Tener una actitud de liderazgo, optimismo y seguridad es necesario para conducir a la organización al feliz cumplimiento de sus metas. El estratega ha de ser un apasionado que, a través de la planeación estratégica, añada valor a sus productos y procesos logrando la tan anhelada diferenciación en el mercado. “Nadie respeta a los ejecutivos tímidos y pasivos. Los líderes decididos y visionarios que tienen la confianza necesaria para conducir a sus empresas en nuevas y emocionantes direcciones, son muy admirados” (Montgomery, 2012, pág. 41).

 

 

Escrito por Renato Gutiérrez.
Magister en Creatividad e Innovación para las Organizaciones.



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